Una casa, tres cuartos para cuatro mujeres; un cuarto para dos, que
resultaron ser casi una: mami y yo...
Hoy en día se vende una casa. Son dos pisos. Dos cuartos y un baño en el
primer piso donde hay espacio para al menos tres carros. Tres cuartos, un baño,
un laundry o living room, sala, comedor, cocina, balcón, y terraza en el segundo
piso. Y el tercer piso una casita que sirvió de laundry y hasta de cocina de
pasteles. Y en algunas ocasiones sirvió de patio para jugar, lejos del peligro
de los carros.
Una casa de cemento, alrededores de cemento y piedras. Una casa donde
vivimos cuatro mujeres y un hombre. La casa donde crecí y me crié. Y ahora
puede parecer que esta vacía, pero en realidad está llena de recuerdos, de enseñanzas,
de vivencias, de vida y hasta de muertes. Si, algo de muerte también hay en
ella. Y el cemento, en cierta medida, se hizo parte de nosotras y también nos
hizo mujeres fuertes.
Comienzo por recordar cuando el Tío Justito la construyó. Con todas las
especificaciones y la calidad de las casas que se construían en los años 70 y
sobre todo la calidad de el amor de construir una casa para una de sus sobrinas,
la que más quería.
Recuerdo para la mudanza el Tío Martin vino desde Rio Piedras a ayudarnos.
Nos mudamos bajo el aguacero y recuerdo también que a mi (de 5años) me bajaron “al
hombro” por la cuesta de fango porque nunca encontré mis zapatos. También
recuerdo que una noche, esa o la segunda que estábamos en la casa Gloria Aponte
(amiga de mami) nos había visitado y en un momento interrumpí la conversación para
preguntarle a mami: “¿ya nos mudamos?”. A lo que mami, que hizo? Pues se echo a
reír con su risotada característica y me dijo: “si, mija, ya nos mudamos”!
Pasaron cosas y cosas en esa casa. Cosas
como que el primer día, por la tarde, mi mamá encontró a mi abuela en la
puerta de la terraza frustrada por que el gabinete tenia “muuuuchas” puertas y
ella estaba cansada, frustrada de abrir tantas puertas y gavetas y no encontrar
las cosas. La pobre abuela estaba exhausta.
Tres cuartos tenia la casa. Uno para la abuela, otro para la Tía Irma (Maño)
y el otro, el más grande y espacioso para mami y para mí. Sí, siempre dormí con
mami. En el mismo cuarto y en la misma cama; hasta que los comentarios de la
gente la hicieron comprar unas cama gemelas. Todo “porque yo me tenía que
acostumbrar a dormir aparte para cuando fuera mayor y me casara, etc..” Eso
duro poco, porque después consiguió una cama queen donde quedábamos bien cómodas.
Y así dormimos juntas hasta que le extirparon el seno y entonces apareció mi
cama twin de pilares. No para acostúmbrame a dormir sola, fue más bien para que
con mi “mal dormir” no la lastimara. Y esto cuando tiempo duro? Pues unos dos o
tres años donde mi cama twin de pilares seguía en el cuarto, pero mami y yo dormíamos
juntas en la misma cama queen de siempre. Hacíamos trampita. Así fue hasta que
llegue a la universidad y entonces sí que tuve que dormir en una camita solita.
Esto duro tres años. Porque en mi tercer año de universidad, casi al final del primer
semestre me regresé a dormir a casa con mami. Esta vez en mi camita twin de
pilares porque ella estaba en su cama de posiciones como la del hospital, acompañada
por el cáncer. Esto duró menos de tres
meses. Tres meses ella durmió sin mí y yo sin ella en esa cama que tiene la función
de ser práctica y cómoda pero que en realidad es incómoda y mala. Sí, mala
porque su futuro suele ser devastador. En dos camas pasamos los meses de
noviembre a enero. Dos meses durmiendo en camas separadas pero tan juntas como
la distancia de un sólo paso. Pero a
pesar de esa separación física, la unión entre nosotras siempre existió. Existió
el día que mientras la ayudaba en el baño me miro a los ojos y me pregunto: “Tu
eres grande verdad. Tú te sabes cuidar sola? Y yo en mi valor, que no era otra
cosa que el valor que ella me había transmitido le dije: “Sí mami, ya yo soy
grande y se me cuidar como tú misma me ensenaste; por eso no te preocupes.” Quién
diría que esa fue nuestra despedida aquí en la Tierra? Nadie. Sólo yo lo supe pero
años mas tarde.
Tan grande fue su amor de madre para mí, tan dura su lucha contra el cáncer
y tan grande su valor que se pudo despedir de su única hija sin que me diera
cuanta en ese mismo momento de que era una despedida. Mami, gracias por una
casa, por un cuarto compartido, por tus enseñanzas, por tu sabiduría y sobre
todo GRACIAS por que tu dolor del cáncer fue sólo tuyo. Porque ese dolor no lo
compartiste del todo conmigo. Ante mí siempre estabas recuperándote, siempre
tenías esa “risota” a flor de labios y no me hiciste partícipe de todo tu
sufrimiento por el dolor del cáncer, el dolor de las terapias y el dolor de
dejar a tu única hija “sola” en este mundo. En un momento llegué a pensar, y a
culparme, de que yo había sido egoísta porque por estar en la semana en Río
Piedras (estudiando como tú querías) yo no estaba contigo en tu dolor. Sin
embargo, al pasar del tiempo, y más al tener mis hijos entendí que no había sido
egoísmo de mi parte; sino que había sido egoísmo tuyo, pero del bueno porque era
para que yo no sufriera. Te guardaste todo el dolor para ti y eso es valioso.
Mi madre la valiente. Mi madre la luchadora. Mi madre, la madre!
Las camas ya no están en la casa. Mi madre, Maño y Abuela tampoco. Las casa
está prácticamente vacía, muy pocas cosas quedan en ella. Unos cuantos cuadros,
tablillero, algunas cosas en los closets y puede que alguna que otra copa o
traste más. Pero mi mente la tiene completa, llenas de adornos, de cosas, de
visitas, de comida; pero sobre todo llena del amor de mami y el de abuela quien
todavía me acompaña y del mio que llevo dentro y del de mi esposo que siempre
estuvo ahí en la misma casa y el de mis hijos, que también la vivieron y que también
recibieron al amor que de ella (la casa), o de ellas (las mujeres que ahí crecimos)
o de ellos que en su niñez también la vivieron y aportaron amor para esas
paredes.
La casa hoy está en venta, ya nosotros no la habitamos. Pero se vende con
muchos buenos recuerdos y mucho amor recibido. Dios quiera que quien la habite
reciba el mismo amor y cariño que nosotros, toda mi familia, cultivamos y
repartimos desde esas “4 paredes”.
Vilmary
25-abril-2012