My Blog List

Wednesday, April 25, 2012

Una casa, tres cuartos para cuatro mujeres; un cuarto para dos, que resultaron ser casi una: mami y yo...


Una casa, tres cuartos para cuatro mujeres; un cuarto para dos, que resultaron ser casi una: mami y yo...


Hoy en día se vende una casa. Son dos pisos. Dos cuartos y un baño en el primer piso donde hay espacio para al menos tres carros. Tres cuartos, un baño, un laundry o living room, sala, comedor, cocina, balcón, y terraza en el segundo piso. Y el tercer piso una casita que sirvió de laundry y hasta de cocina de pasteles. Y en algunas ocasiones sirvió de patio para jugar, lejos del peligro de los carros.

Una casa de cemento, alrededores de cemento y piedras. Una casa donde vivimos cuatro mujeres y un hombre. La casa donde crecí y me crié. Y ahora puede parecer que esta vacía, pero en realidad está llena de recuerdos, de enseñanzas, de vivencias, de vida y hasta de muertes. Si, algo de muerte también hay en ella. Y el cemento, en cierta medida, se hizo parte de nosotras y también nos hizo mujeres fuertes.

Comienzo por recordar cuando el Tío Justito la construyó. Con todas las especificaciones y la calidad de las casas que se construían en los años 70 y sobre todo la calidad de el amor de construir una casa para una de sus sobrinas, la que más quería.

Recuerdo para la mudanza el Tío Martin vino desde Rio Piedras a ayudarnos. Nos mudamos bajo el aguacero y recuerdo también que a mi (de 5años) me bajaron “al hombro” por la cuesta de fango porque nunca encontré mis zapatos. También recuerdo que una noche, esa o la segunda que estábamos en la casa Gloria Aponte (amiga de mami) nos había visitado y en un momento interrumpí la conversación para preguntarle a mami: “¿ya nos mudamos?”. A lo que mami, que hizo? Pues se echo a reír con su risotada característica y me dijo: “si, mija, ya nos mudamos”!

Pasaron cosas y cosas en esa casa. Cosas  como que el primer día, por la tarde, mi mamá encontró a mi abuela en la puerta de la terraza frustrada por que el gabinete tenia “muuuuchas” puertas y ella estaba cansada, frustrada de abrir tantas puertas y gavetas y no encontrar las cosas. La pobre abuela estaba exhausta.

Tres cuartos tenia la casa. Uno para la abuela, otro para la Tía Irma (Maño) y el otro, el más grande y espacioso para mami y para mí. Sí, siempre dormí con mami. En el mismo cuarto y en la misma cama; hasta que los comentarios de la gente la hicieron comprar unas cama gemelas. Todo “porque yo me tenía que acostumbrar a dormir aparte para cuando fuera mayor y me casara, etc..” Eso duro poco, porque después consiguió una cama queen donde quedábamos bien cómodas. Y así dormimos juntas hasta que le extirparon el seno y entonces apareció mi cama twin de pilares. No para acostúmbrame a dormir sola, fue más bien para que con mi “mal dormir” no la lastimara. Y esto cuando tiempo duro? Pues unos dos o tres años donde mi cama twin de pilares seguía en el cuarto, pero mami y yo dormíamos juntas en la misma cama queen de siempre. Hacíamos trampita. Así fue hasta que llegue a la universidad y entonces sí que tuve que dormir en una camita solita. Esto duro tres años. Porque en mi tercer año de universidad, casi al final del primer semestre me regresé a dormir a casa con mami. Esta vez en mi camita twin de pilares porque ella estaba en su cama de posiciones como la del hospital, acompañada por el cáncer.  Esto duró menos de tres meses. Tres meses ella durmió sin mí y yo sin ella en esa cama que tiene la función de ser práctica y cómoda pero que en realidad es incómoda y mala. Sí, mala porque su futuro suele ser devastador. En dos camas pasamos los meses de noviembre a enero. Dos meses durmiendo en camas separadas pero tan juntas como la distancia de un sólo paso.  Pero a pesar de esa separación física, la unión entre nosotras siempre existió. Existió el día que mientras la ayudaba en el baño me miro a los ojos y me pregunto: “Tu eres grande verdad. Tú te sabes cuidar sola? Y yo en mi valor, que no era otra cosa que el valor que ella me había transmitido le dije: “Sí mami, ya yo soy grande y se me cuidar como tú misma me ensenaste; por eso no te preocupes.” Quién diría que esa fue nuestra despedida aquí en la Tierra? Nadie. Sólo yo lo supe pero años mas tarde.

Tan grande fue su amor de madre para mí, tan dura su lucha contra el cáncer y tan grande su valor que se pudo despedir de su única hija sin que me diera cuanta en ese mismo momento de que era una despedida. Mami, gracias por una casa, por un cuarto compartido, por tus enseñanzas, por tu sabiduría y sobre todo GRACIAS por que tu dolor del cáncer fue sólo tuyo. Porque ese dolor no lo compartiste del todo conmigo. Ante mí siempre estabas recuperándote, siempre tenías esa “risota” a flor de labios y no me hiciste partícipe de todo tu sufrimiento por el dolor del cáncer, el dolor de las terapias y el dolor de dejar a tu única hija “sola” en este mundo. En un momento llegué a pensar, y a culparme, de que yo había sido egoísta porque por estar en la semana en Río Piedras (estudiando como tú querías) yo no estaba contigo en tu dolor. Sin embargo, al pasar del tiempo, y más al tener mis hijos entendí que no había sido egoísmo de mi parte; sino que había sido egoísmo tuyo, pero del bueno porque era para que yo no sufriera. Te guardaste todo el dolor para ti y eso es valioso. Mi madre la valiente. Mi madre la luchadora. Mi madre, la madre!

Las camas ya no están en la casa. Mi madre, Maño y Abuela tampoco. Las casa está prácticamente vacía, muy pocas cosas quedan en ella. Unos cuantos cuadros, tablillero, algunas cosas en los closets y puede que alguna que otra copa o traste más. Pero mi mente la tiene completa, llenas de adornos, de cosas, de visitas, de comida; pero sobre todo llena del amor de mami y el de abuela quien todavía me acompaña y del mio que llevo dentro y del de mi esposo que siempre estuvo ahí en la misma casa y el de mis hijos, que también la vivieron y que también recibieron al amor que de ella (la casa), o de ellas (las mujeres que ahí crecimos) o de ellos que en su niñez también la vivieron y aportaron amor para esas paredes.

La casa hoy está en venta, ya nosotros no la habitamos. Pero se vende con muchos buenos recuerdos y mucho amor recibido. Dios quiera que quien la habite reciba el mismo amor y cariño que nosotros, toda mi familia, cultivamos y repartimos desde esas “4 paredes”.


Vilmary
25-abril-2012