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Sunday, October 7, 2012

Un día en el mar, con amigas y delfines……





Un día cualquiera recibo la invitación de una amiga, quien es mi hermana menor por elección, para que pasáramos un sábado juntas en el mar con dos amigas más. Actividad que acepté de inmediato. Fue como un sí automático sin necesidad de pensar, ni evaluar.

Y empezaron los planes.

Planes de cómo íbamos a llegar, la hora de encuentro, si nos quedábamos a dormir o no, y sobre todo de qué íbamos a hablar. Sí, nuestros temas de conversación eran lo más importante. ¿Por qué? Porque hacía años que no estábamos las cuatro juntas. Porque vivimos juntas en un hospedaje en Río Piedras en los años universitarios, porque en esos días todas dependíamos una de cada otra, desde a qué hora nos levantábamos hasta qué íbamos a comer; porque después de esos años de vivir juntas, cada una siguió su camino e hizo su vida. Nos habíamos comunicado y habíamos compartido en ocasiones pero no las cuatro juntas. ¡Y llegó el día!

Y comenzó con que tres de nosotras bajamos en el mismo carro.




Con dos choferes (pobrecitos) que se miraban y se hablaban con gestos, pues la conversación era tan intensa (tres mujeres hablando a la vez) que ellos solo podían usar sus gestos para comunicarse. Que si el carro de Lumary, que si el día que se metieron en contra del tránsito en la autopista, que si Rosimar aprendió a adobar carnes cuando Miriam se lo explicó mientras la señalaba con un cuchillo que tenía en la  mano, que si Vilmary y Miriam siempre cocinábamos pollo con pimientos y cebolla, que Neyda cocinaba (digo) calentaba lo que le daban en la casa, del día que nos vestimos “sexy” (como “put..”) y modelamos en el hospedaje, que en ese tiempo no había celular, pero si habían beepers y Lumary tenía uno, que si el ratón que salió del inodoro!!!!


Y llegamos al sitio de encuentro, Salinas, Puerto Rico. Saludos, besos, abrazos y llegó la quinta amiga: Miriam, la que siempre trataba de poner la cordura (si claro, otra despistada más).



Y entonces salimos al  mar y nos fuimos a navegar. Claro con piloto que sabe de eso, porque antes Lumary o yo éramos las que guiábamos pero obvio que ninguna iba a navegar, porque la idea era disfrutar del mar, no perdernos en el mismo. Y navegando, navegando avistamos los delfines. DELFINES!!!!  Uno, dos, tres, cuatro! Juntos y celebrando. Era como si ellos se hubiesen alegrado que estas amigas loquitas estuvieran juntas y celebrando la vida. Sí, los delfines se acercaron a nosotras y nos dieron un show de “baile’ y unidad. Y los vimos casi a nuestro lado, casi los pudimos tocar. Ese “show” fue para honrar nuestra amistad. Esa que nació en la escuela, se desarrollo en un hospedaje y que a pesar de que han pasado 20 años aun sigue tan viva y tan latente y tan sincera y tan real como siempre.

Y la vida se trata de eso, de delfines que celebran que la amistad sincera y desinteresada es lo que te da una mejor vida. Esa amiga que no está contigo todos los días, que quizás ni se entere de alguno de tus problemas o alegrías, pero que cuando la vuelves a ver con una conversación rápida la pones al día de todo y si hay que llorar de nuevo por lo que te dolió lloramos juntas otra vez y lo liberamos nuevamente; y de la misma forma si hay que reír de nuevo por las alegrías, pues volvemos a reír. Y así, pasan las horas, pasan los días, pasan los años, pasa  la vida y las amigas siempre están. Y los delfines, esos amigos de un día, también seguirán nadando, saltando y celebrando que ellos están ahí para bendecir nuestra amistad!

Y para terminar, la naturaleza que también quería celebrar, nos regaló un hermoso atardecer.  Para nosotras ¡CLARO!






Nota al calce.....
Y Lumary, pues, se nos cayó en el bote. Se viró un pie y rodó, para variar! Pero nada que una bolsa de hielo no pueda arreglar para continuar celebrando. Gracias amiga-hermana por un día de recuerdos espectacular.


















Vilmary Negrón
7-octubre-2012

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