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Friday, August 30, 2013




La vida es una escalera

“Ha pasado un año de clases, parece que fue ayer que de manos de un estudiante recibiera yo esta simbólica escalera.” Fragmento de lo que tuve que decir al entregar la “escalera” símbolo de los seis años de escuela elemental.

Como el tiempo no se ha detenido, hoy continuamos subiendo y bajando escalones de la escalera de la vida. Sí, así mismo, subiendo y bajando. Y es que en la vida hay momentos de subir y momentos de bajar. Hasta hay algunas escaleras que tienen su descanso; un descanso que te permite detenerte y respirar de nuevo.  En la escuela esos descansos eran quizás las vacaciones de verano o navidad, para mucha gente hoy en día son apenas los fines de semana, para otros son tal vez una época  completa.

Sucede que mucha gente se dedica a “vivir” y “vivir” y cuando se dan cuenta la escalera se les acaba y ya no saben a dónde ir. En el subir y bajar de las escaleras dejaron sus años, su vida y hasta sus emociones. Hay otros que por el contrario se detienen demasiado en esos descansos y al final no llegan a ningún piso, a ninguna parte. Pobre de ellos. Pobre de ellos es lo que se puede decir porque de qué les vale si al final se encuentran solos o se dan cuenta que llegaron a la nada.

Otros se trepan escalera arriba y cuando menos se lo esperan se dan este único tropezón y caen de nuevo; pero de esos tropezones se aprende. También a veces la escalera nos deja en un piso, un lugar, donde nos mantenemos por un tiempo y luego… encontramos otra vez una puerta que nos lleva a otra escalera. Otra que quizás no conocemos, que sus escalones pueden más altos, más anchos o más cortos. A final de cuentas, se trata de una nueva oportunidad, buena o mala, pero una nueva oportunidad de comenzar a subir de nuevo.


Y… ¿por qué decimos a subir de nuevo? ¿por qué no pensamos que esa escalera, esta nueva vez, es para bajar? Pues porque los que creemos en la vida nos imaginamos que siempre se sube, aunque en realidad estemos bajando. Porque “vivir” se trata precisamente de querer subir y no querer bajar. Porque la vida misma se trata de eso, de ser cada día mejores y querer progresar. Porque esas ‘escaleras’ aparecen y subimos y bajamos pero al final nos mantenemos en ella y así nos mantenemos viviendo. Porque sí, simplemente porque queremos vivir.

Sunday, October 7, 2012

Un día en el mar, con amigas y delfines……





Un día cualquiera recibo la invitación de una amiga, quien es mi hermana menor por elección, para que pasáramos un sábado juntas en el mar con dos amigas más. Actividad que acepté de inmediato. Fue como un sí automático sin necesidad de pensar, ni evaluar.

Y empezaron los planes.

Planes de cómo íbamos a llegar, la hora de encuentro, si nos quedábamos a dormir o no, y sobre todo de qué íbamos a hablar. Sí, nuestros temas de conversación eran lo más importante. ¿Por qué? Porque hacía años que no estábamos las cuatro juntas. Porque vivimos juntas en un hospedaje en Río Piedras en los años universitarios, porque en esos días todas dependíamos una de cada otra, desde a qué hora nos levantábamos hasta qué íbamos a comer; porque después de esos años de vivir juntas, cada una siguió su camino e hizo su vida. Nos habíamos comunicado y habíamos compartido en ocasiones pero no las cuatro juntas. ¡Y llegó el día!

Y comenzó con que tres de nosotras bajamos en el mismo carro.




Con dos choferes (pobrecitos) que se miraban y se hablaban con gestos, pues la conversación era tan intensa (tres mujeres hablando a la vez) que ellos solo podían usar sus gestos para comunicarse. Que si el carro de Lumary, que si el día que se metieron en contra del tránsito en la autopista, que si Rosimar aprendió a adobar carnes cuando Miriam se lo explicó mientras la señalaba con un cuchillo que tenía en la  mano, que si Vilmary y Miriam siempre cocinábamos pollo con pimientos y cebolla, que Neyda cocinaba (digo) calentaba lo que le daban en la casa, del día que nos vestimos “sexy” (como “put..”) y modelamos en el hospedaje, que en ese tiempo no había celular, pero si habían beepers y Lumary tenía uno, que si el ratón que salió del inodoro!!!!


Y llegamos al sitio de encuentro, Salinas, Puerto Rico. Saludos, besos, abrazos y llegó la quinta amiga: Miriam, la que siempre trataba de poner la cordura (si claro, otra despistada más).



Y entonces salimos al  mar y nos fuimos a navegar. Claro con piloto que sabe de eso, porque antes Lumary o yo éramos las que guiábamos pero obvio que ninguna iba a navegar, porque la idea era disfrutar del mar, no perdernos en el mismo. Y navegando, navegando avistamos los delfines. DELFINES!!!!  Uno, dos, tres, cuatro! Juntos y celebrando. Era como si ellos se hubiesen alegrado que estas amigas loquitas estuvieran juntas y celebrando la vida. Sí, los delfines se acercaron a nosotras y nos dieron un show de “baile’ y unidad. Y los vimos casi a nuestro lado, casi los pudimos tocar. Ese “show” fue para honrar nuestra amistad. Esa que nació en la escuela, se desarrollo en un hospedaje y que a pesar de que han pasado 20 años aun sigue tan viva y tan latente y tan sincera y tan real como siempre.

Y la vida se trata de eso, de delfines que celebran que la amistad sincera y desinteresada es lo que te da una mejor vida. Esa amiga que no está contigo todos los días, que quizás ni se entere de alguno de tus problemas o alegrías, pero que cuando la vuelves a ver con una conversación rápida la pones al día de todo y si hay que llorar de nuevo por lo que te dolió lloramos juntas otra vez y lo liberamos nuevamente; y de la misma forma si hay que reír de nuevo por las alegrías, pues volvemos a reír. Y así, pasan las horas, pasan los días, pasan los años, pasa  la vida y las amigas siempre están. Y los delfines, esos amigos de un día, también seguirán nadando, saltando y celebrando que ellos están ahí para bendecir nuestra amistad!

Y para terminar, la naturaleza que también quería celebrar, nos regaló un hermoso atardecer.  Para nosotras ¡CLARO!






Nota al calce.....
Y Lumary, pues, se nos cayó en el bote. Se viró un pie y rodó, para variar! Pero nada que una bolsa de hielo no pueda arreglar para continuar celebrando. Gracias amiga-hermana por un día de recuerdos espectacular.


















Vilmary Negrón
7-octubre-2012

Tuesday, September 11, 2012

¿Desmayada yo?






Dicen, cuentan, aseguran que Dios no nos envía nada que no podamos soportar. Tan es así la cosa, que si algún día sentimos un dolor tan fuerte y tan fuerte que nuestro cuerpo no lo soporte, la madre naturaleza nos hace desmayarnos. De esta forma nos protege del dolor (físico o del alma). Entonces, ¿estoy desmayada yo? ¡No! Si aun estoy aquí, si aun estoy de pie, es porque puedo soportarlo, es porque puedo seguir viviendo.


Sencilleces de la vida, nada más.


Vilmary Negrón
11-sep-2012 

Saturday, August 18, 2012

Zapatos Rotos


    y…. se rompieron los zapatos.


Se me rompieron mis sandalias justo al bajarme del carro llegando a un “mall”. Sólo di un paso, atrás quedo el taco y yo con un pie al frente. ¡Qué situación! Si seguía caminando así, era coja; si me iba no podía hacer mis compras, traté de romper el otro para seguir adelante y no pude. Y ahora, ¿quién podrá ayudarme? ¡Mi familia por supuesto! Todo se resuelve, imaginación al instante. Me quede en el carro y mi esposo y mi hijo fueron a una tienda (ya estaba en el “mall”) y me compraron otras. Después, risas y risas; se hizo la compra; se regreso a la casa; y la vida continúa.

Que ironías tiene la vida, hoy fueron mis zapatos pero cuantas veces se nos rompe algo (quizás pensamos que la vida) y algunos no logran sustituir lo roto por lo nuevo o por lo reparado. En otros casos esos “zapatos rotos”… ¿qué son?  Pueden ser una amistad, puede ser un trabajo, puede ser un ser querido que se nos fue, puede ser que ya no creo más en eso que creí importante, puede ser tu corazón, pueden ser tantas cosas.

Lo que es importante no es lo que se rompe, lo que es importante es lo que haces después. El próximo paso. Si al romperse mis sandalias tenía un pie al frente, ¿por qué no usar ese mismo pie para impulsarme y continuar? En este caso todo se resolvió con unas sandalias nuevas; en los otros casos puede tomar un poco más de tiempo pero se logra. Todo es cuestión de tener la voluntad; usa la tuya y si no la tienes la de tu familia, la de tus amigos, la del profesional, la de Dios, la de Buda, la de Shamballa, la de Alá, la que sea pero sigue adelante. Si en esta vida, todos tuviéramos la actitud de mejorar y de dejar atrás “el zapato roto” la felicidad seria de muchos más.

No permitas que el “zapato roto” te rompa la vida. Todo se resuelve, imaginación al instante.

Vilmary
18-agosto-2012

Nota: Las nuevas sandalias no eran tan lindas….. jajaja!

Thursday, July 5, 2012

“Muerta, ANTES que sencilla”


Esta es la historia…

Refrán: “Antes muerta que sencilla”
Realidad: “Muerta, ANTES que sencilla”


Sucedió así.

En mi planificación estaba ir a la terapia de color (salón de belleza) la próxima semana; pero mi hijo quiere recortarse hoy y yo (la envidia mata) decido adelantar mi terapia. Pues bien. Llegamos con la lluvia (si con la lluvia porque hoy estaba lloviendo).

Evento 1:
Dialogo con mi estilista lo que me quiero hacer, dice que no me puedo tapar mis mechones rojos (o sea no me deja hacer lo que quiero) y decidimos por el violeta (el violeta es más resistente a los estragos del tiempo, del mar y del sol; estamos en verano).

Evento 2:
Fuá! Se va la luz (o sea la electricidad). Un salón de belleza sin electricidad es una situación bien pero que bien difícil. Ok, vamos a aplicar color porque yo me sé arreglar mi pelo a “blower” en la casa. Como no hay luz, me sientan al frente de una ventana de cristal para aprovechar la claridad. Vista: carretera, carros, una ferretería y (mal presagio) una funeraria.

Evento 3:
Suena la “chicharra” del tiempo y vamos a lavar el pelo. OK…. Agua, agua, donde estas agua? Sas! se fue el agua. Que qué!!! No hay agua y yo con tinte en el pelo! Las canas, las canas……. no hay agua! Sí hay agua, hay un galón. De donde? Pues de donde va a ser, de la nevera!!!!

Evento 4:
Lavado de cabello congelante…brrrrrrrrrr
Por casualidad has notado que cuando te lavas la cabeza el agua, no sé por qué razón, se siente más fría que en resto del cuerpo? Pues imagínate un lavado de cabello con agua de la nevera!  Es así… el agua va cayendo en tu cabeza y se va moviendo poco a poco desplazando el tinte hasta llegar a tu cráneo.  Ahí en tu cráneo entonces el frío te entra al cerebro SI directamente al cerebro y sientes- percibes-padeces como algunas de tus neuronas reaccionan y van muriendo-muriendo poco a poco.  SI, mueren congeladas y al morir sientes que no puedes respirar, ni hablar, ni moverte y te vas en un viaje pero sigues sintiendo el cráneo congelado; muerte neuronal!

Evento 5:
El violeta, el violeta no me lo han puesto y ya no hay más agua de la nevera. A pues bien, hay que poner el violeta; no se puede salir así del salón. No  me puedo ir incompleta ni opacada (eso había dicho mi estilista al no querer taparme los mechones: “no te puedo dejar ir opacada”). Y todavía no hay luz ni agua. Agua, agua donde hay agua? Talán! La idea de mi estilista (que dice que cuando está conmigo las ideas le salen) … del tanque de agua del INODORO! (Paréntesis importante en este punto de la historia: del tanque de arriba del inodoro, NO del “bowl” de abajo). Y se van estilista con vaso y galón en mano, y mi hijo con la linterna a buscar el preciado líquido. Mientras, el otro me descarga una buena dosis de color violeta en mi cabeza.

Evento 6:
Suena de nuevo la chicharra del tiempo. Ahora al segundo lavado de cabello con agua “limpia del tanque de arriba del inodoro”. Cabeza lavada, luego el recorte, bien peinadita (pelo mojado, obvio) y walá! salgo del salón. REGIA.


Sucedió así.

Esta, aunque no lo puedan creer, es otra historia de “mi vida real”. Así soy, única. Que más puedo decir. Mis amigas dirían: “me pasó algo que sólo te pasaría a ti”. Sí, porque a nadie le pasa lo que a mi.

A pesar de todo, mis canas están ocultas, mis mechones ahora son violeta (color bueno para el aura o buen color de aura), nos reímos un montón y todos somos felices. Acaso la vida se trata de otra cosa?


Vilmary Negrón
Julio-2012

Wednesday, May 16, 2012

Bounty, para limpiar el alma


   
    Existe el Bounty, para limpiar el alma

Mi abuelita me enseñó que siempre llevara servilletas en la cartera para “alguna emergencia”. Esa es mi costumbre y de generación en generación así le enseñé a mi hija. Por si se te vira el vaso de agua, por si se te riega el maquillaje, por si en el baño no hay papel, por si se te ensucia un taco porque se enterró en la tierra justo antes de entrar al baile, por si estornudas, por si en la pizzería te dan pocas servilletas (que sucede). Por si en el beauty te cae una gota de tinte en la cara, por si quieres limpiar una silla antes de sentarte, por si quieres limpiar la mesa, por si te quieres tapar el blower (digo! el pelo) bajo una llovizna de las que no mojan pero dañan el blower. Por si alguien a tu lado necesita una servilleta. Por tantas cosas, cien, mil, millones. WOW, me siento como si le estuviera haciendo una buena campaña publicitaria para el producto.

Es por todas esas “posibilidades” que siempre tengo mis bounty en la cartera. Claro está, en una carterita especial para ellas, no todas regadas. Con mucha clase….


Lo que mi abuelita no me dijo es que también las podía usar para limpiar el alma. Y aquí entra mi parte locura 101. Sí persona que lees esto, las servilletas bounty limpian el alma. Y te preguntarás, ¿con qué cuento viene esta loquita de este blog? ¿o peor aún, será que trabaja en la compañía que hace las bounty y le está haciendo promoción?

Pues no; no estoy loca, no trabajo en Bounty pero sí las uso para limpiar mi alma. Entonces por qué digo que el Bounty y no otra marca? Dos razones: la primera porque en mi casa siempre se compró Bounty y la segunda porque los klennex se rompen y se te quedan las bolitas de papel en la cara. ¿Qué, en dónde? En la cara, en la cara, en esa cara por donde bajan las lágrimas. 


Porque se puede llorar por muchas cosas.
  • De alegría, las risueñas lágrimas.
  • De dolor, las cabronas lágrimas.
  • Las del nacimiento de un hijo, las recién nacidas lágrimas.
  • Las de los logros alcanzados durante la vida: las lagrimas logradas.
  • Las de las metas no alcanzadas: lagrimas frustrantes (estas se secan más rápido)


Tantas, tantas y tantas lágrimas. Todas son del alma. Porque es que cuando el alma siente esas emociones tan fuertes de amor, risa, dolor, nacimiento, muerte, logros, frustraciones, que  te envía las lágrimas para que las saques. De esta forma tu alma se limpia y si sucede que alguien que te quiere esta a tu lado en ese momento las compartirá contigo y limpiarlas será más fácil. Y una vez las lágrimas están fuera de ti ya no te hacen daño, ya se fueron con el bounty o se evaporaron. Ya te has liberado.

Viste, como tenía razón. Aunque confieso que me pasa que la carterita fashion ya no es suficiente para todas las que estoy necesitando en estos días recientes. Ando con medio rollo de Bounty en la cartera para cuando me llega la “chiripiorca”. ¡Sí, medio rollo! Pero cuando me llega, saco una de mis bounty, que aunque son equivalente al medio rollo van dobladitas correctamente, limpio mis lagrimas, vuelvo a sonreír y sigo adelante; lloro, limpio, sonrío y sigo adelante; lloro, limpio, sonrío y sigo adelante……. Parece un ciclo, puede parecer un ciclo perjudicial. Pero para mí no es perjudicial pues cada vez que limpio, el medio rollo se va acabando y mi alma limpiando. Se puede llorar, todas las veces que se quiera, pero no es para siempre. Es para limpiar el alma de las lágrimas del dolor y las del mal. De ahí en adelante solo quedarán las lagrimas de la felicidad.

Una alma limpia, así será la mía muy pronto.........(yo, Vilmary)

Nota al calce: Ahora, no se crean que el ciclo se hace en cualquier lugar. Hay sitios y hay sitios y sitios para llorar. En los sitios públicos no es recomendable. Saben mi gente, siempre hay que mantener un “caché”. JAJAJA

Tuesday, May 15, 2012


Puentes Rotos


Si te dijeran, tienes que cruzar alguno de estos puentes, ¿qué pensarías?  Al ver este primero, pensaríamos: ¡qué-qué! Ni la madre mía. Conmigo no cuentes. Eso es muy difícil y arriesgado.  


                                        

El cruzar puentes es el dilema de la vida. Pero hay que hacerlo.


Este, de primera impresión, parece que usando primero el borde, llegamos a la parte segura del puente. Pero, quien te lo garantiza. ¿Quien te asegura que esas tablas están fijas y serán seguras? Sólo aquel que ya lo haya cruzado te podría contestar esas preguntas. Pero ¿que pasa? No hay nadie por ahí que te diga cuales son las buenas y cuales son las malas. Esas decisiones las tendrás que tomar tu mismo y arriesgarte. Y pregunto: por casualidad te diste cuenta de que al final el puente entra en el agua. Que tarea ah! ¿Te atreves a cruzar?



Aquí hay otro, roto pero parece completo y “cruzable”. El otro lado se ve verde y parece un sitio mejor. Pero no podemos ver si al final ese puente conecta con el bonito verdor. ¿Te tiras?

¿Escogiste alguno? ¿Te atreves? Sí o no, tal vez, no sabes, estas mejor acá en el otro lado. Muchas contestaciones, muchas inseguridades. Pero sabes qué; ya estas montando en un puente, en el puente de la vida. ¿Cuál es el puente en el que estas montado, uno completamente seguro, el más bonito, el que tiene obstáculos pero fáciles? Sólo tú lo sabes.

La vida es un caminar por tierra, mar y puentes. A veces ese caminar es tranquilo, bonito y feliz; pero de momento te podrías encontrar con que para pasar al otro lado no tienes mas remedio que escoger uno de estos puentes rotos. 

Si te cambio la pregunta a: ¿En cuál puente está tu vida en estos momentos? ¿Qué me dirías? El menos malo, el más roto, que no estás en ninguno y no vas a cruzar ninguno. Pues yo te digo, si no quieres pasar ninguno, ni el más difícil, ni el más fácil, haz decidido quedarte donde estás. ¿Eres feliz ahí? Pues no hay necesidad que te vayas. Quédate.

Sólo que cuando no se es feliz en donde estas, tienes que cruzar algún puente. A veces para llegar a un sitio mejor y quedarte allá por un tiempo en lo que la vida te presenta otro puente (mejor o peor). A veces lo crúzamos para ver lo que hay al otro lado y quizás regresar donde estábamos.

Yo, ahora, estoy en un puente. No importa en cual puente estoy, solo sé que es uno de los menos fáciles, sino es que es el más difícil que me haya tocado en este preciso momento. Lo estoy cruzando, con temblor, con temor a no lograrlo, con la posibilidad de caer, pero también y sobre todo con la ESPERANZA y FORTALEZA que me dan la gente de bien que me rodea. Porque también en ese puente están conmigo, mi esposo, mi hija, mi hijo, mi familia, mis amigos y mi Dios.