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Thursday, January 19, 2012

Cosas entre mujeres: mi madre y yo

Un poco de historia.

Mi madre (Iris D. Rodriguez Cuevas; o sea Iris Cuevas) nació en el 1945. Se crió con su mamá (mi gran abuela, Juana Cuevas), sus hermanos y primos. En el campo. Estudió hasta cuarto año de escuela superior y de ahi se fue a trabajar en una fábrica pues ella quería ser costurera. Su mamá quería que fuera secreataria pero ella decía que lo que le gustaba era coser y así lo hizo hasta pocos meses antes de morir.

Se casó a los 19 años. Mi papá le dijo que se casaran por que recibió la carta del ejército. Así él no se tendría que ir. “Viviremos con tu mamá hasta que podamos tener nuestra casa”. Y se casó con esa ilusión. Cuando llegaron de la luna de miel, mi papá le dijo que se irían a vivir a otro lugar y ella siguiendo los pasos de su esposo y las palabras de mi abuela se fue con él.

Cuando ella tenía 21 años yo nací (Vilmary me llamaron). Parto natural, atendido por principiantes que, según me contó, si ella no grita no me dejan nacer. Dos años después, nació su segundo hijo (Gabriel de Jesúlo llamaron). Este nació enfermo y murió a los tres días. Un año más tarde murió papi en un accidente. Ella recogió sus (nuestras) cosas y le dijo a mis abuelos paternos: me voy a vivir con mami, a ayudarla como tuve que dejar de hacerlo cuando me case con su hijo. Voy a trabajar y vivir por ella y por esta mi hija. Y así lo hizo. Literalmente vivió para mi abuela y para mí. Y en esa corta vida (41 años es poco) se dedicó a vivir más que para ella, para los demás. Y entre esos estoy yo.

Aquí incluyo algunos escritos cortos de cositas que aprendí de ella. Estuvimos juntas hasta sus 45 años y mis 20 añitos, cuando el cáncer del seno nos ganó la batalla, a ambas. Pero aunque ese tiempo fue corto, ella lo supo utilizar al máximo para ensenarme a “vivir”. Siempre me decía: "tienes que aprender a hacer las cosas tu misma, yo no te voy a durar toda la vida". He aquí algunas de nuestras historias.



Mi’ja tienes que aprender a hacer las cosas tu misma. Yo no te voy a durar toda la vida”

Muchas veces escuché estas palabras de mi madre, Iris Delia Rodríguez Cuevas. Nada mas sabio y mas realista que esto. Ella murió cuando yo tenía 20 años. No me duró toda mi vida. Pero no se fue sin dejarme estas y otras palabras que han sido mi filososfía de vida durante estos años. He sacado mucho de ellas, tanto que las he utilizado para la base de lo que soy hoy. En estas páginas lo único que deseo es plasmarlas de mi corazón a un papel, para que de la misma forma que yo las he usado, todas aquellas personas que así lo deseen puedan usarlas y tanbién aprender de ellas.

No son una gran ciencia. No son filosofías profundas. Simplemente son lecciones de vida y de amor, de una  mujer que decidió vivir su vida intensamente. Una mujer que demostró que no es necesario ser grande, ni famoso, ni reconocido, para lograr dejar una huella y prolongarse. Una madre. Mi Madre.

A esto le he añadido algunas cosas que he ido aprendiendo con los años. Pues resulta que perdí la noción de donde terminan sus enseñanzas y donde comienzan las mías. Las mismas que he basado en lo que aprendi de ella. Ahora, lo estoy uniendo todo y lo estoy escribiendo. Sólo quiero compartirlo.




El bebé que murió

Este fue Gabriel de Jesús. Nació “todo arrugadito como un viejito” según me contó ella misma. De acuerdo con lo que le dijeron, desde los siete meses no había recibido alimentación adecuada. Tenía un riñón pegado al intestino. Tuvieron que operarlo y no sobrevivió. Se lo pidieron para “estudiarlo” y ella dijo que no. Muchos años más  tarde, me dijo: Si en aquel momento yo hubiese sido más madura y lo hubiese pensado mejor, lo habría dejado para que lo estudiaran. Sabrá Dios, todo lo que hubiesen podido aprender y descubrir; y quizás otros niños no hubieran muerto y otras madres no hubiesen sufrido como yo. Si algún día pasas por una situación similar. Si algún día pierdes a un hijo,  no esperes a que te lo pidan. Entrega su cuerpo para que pueda ser utilizado para el bien de los demás. No pienses en tu dolor de madre. No pienses que lo van a “cortar” o a lastimar. Piensa en lo que puedes hacer por los demás.



El doctor quiere que me reconstruya la “teta” y yo no la necesito.

Su última batalla en la vida fue contra el cáncer de seno. Esa enfermedad que la hizo partir antes de lo que hubiesemos deseado. Le extirparon un seno, sin embargo no le extirparon la alegría de vivir. Y así, sin una parte de su cuerpo sigió viviendo y riendo como siempre.

Me contó una vez que el doctor le dijo que si quería podía reconstruirse el seno. Ella le dijo no, que no lo necesitaba. Ella no iba a tener más hijos, no tenía marido que lo extrañara, no le gustaban los escotes por lo tanto, la “teta” no era necesaria. Para qué entonces someterse a otra cirugía, si lo más importante que tenía, su corazón y su yo interior estaban mejor que nunca. Claro está, siempre fue muy clara y cada vez que iba a la playa se aseguraba que las personas que estaban con ella, estuvieran bien pendientes, por si la prótesis que utilizaba se le salía del traje de baño. Siempre decía: “Si ves una “teta” flotando, no la dejes ir que es mía”.




El cuento de la telaraña
  
Me decia mi madre: los detalles en una relación son como los hilos de una telaraña. Y explicaba.

Los hilos de la telaraña son bien finos y débiles. Uno sólo no podría sostener nada. Sin embargo, la araña teje sus hilos, uno sobre otro y sobre esos otros hasta obtener la telaraña. Y esta sí que la puede sostener. Es ahí entonces donde desarrolla su vida.

Así mismo son los detalles en una relación. En cualquier relación. Uno sólo no logra nada. Sin embargo, muchos detalles, día tras día, año tras año, pueden fortalecer una base que puede sostener cualquier relación. Nunca te olvides de los detalles en tus relaciones diarias. Un beso, un abarazo, una flor de la esquina, un te quiero. Son cosas que no nos cuentan mucho y juntos pueden lograr tanto. Desarrola tu vida y tus relaciones en tu propia telaraña de detalles y logrará s manifestar tus verdaderos sentimientos, hacer feliz a los que te rodean y a ti misma.



Un saludo no se le niega a nadie, ni a un perro que vaya por la calle

Hija mía, a veces vamos por la calle y no saludamos a las personas con las que nos topamos. Eso es un gran error. No le niegues un saludo a nadie, ni siquiera a un perro. Al saludar no pierdes nada. Sólo te costará una sonrisa o par de palabras. Quizás sólo un gesto o una mirada. Puede que pases, saludes y ya todo acabe. Pero puede también que pases, saludes, más adelante tropieces y te caigas. Si no la saludas, no notará tu presencia y puede que tampoco note tu caída. Si la saludas, sabrá que existes y si tropezaras más adelante, puede que sea esa misma persona la que te ayude a levantar.



Se tu misma dondequiera que vayas, dondequiera que estes

La esencia del ser humano está en aceptarse tal cual es y sacar lo máximo de esa realidad. No somos perfectos, no tenemos el cuerpo, el color, el pelo, la cara, las piernas, la casa, el carro, el trabajo perfectos. En fin nada es como quiesiéramos que fuera. No podemos ser como el otro o la otra. Sin embargo sí podemos ser nosotros mismos. En la casa, la escula, el trabajo, las fiestas. En fin, ser el mismo ser humano con corazón y sentimientos no importa la hora ni el lugar. Así lograrás que todos los que te rodean sepan quién verdaderamente eres y te acepten tal cual eres. Así no tendrás que preocuparte por “como me presento delante de los demás”. Es cuestión de ser sincero, no con ellos sino contigo misma. Practícalo y verás que a final de cuentas, quién se aleje de tí por ello, en realidad no te quizo ni te aceptó tal cual eres. Si se alejan en ese momento no te lamentes pues eso traerá como consecuencia el que nunca te podrán herir.  Si se quedan a tu lado o cerca de tí, significa, simplemente, que te quieren.



Vé la vida por el lado amable. Todo tiene un lado positivo.

En la vida hay de todo. Hay momentos felices y momentos tristes o difíciles. Pero sabes que? Detras de cada momento difícil hay muchas cosas positivas. Por ejemplo, si pierdes algo pronto encontraras otra cosa mejor. Si estas enfermo, tienes la oportunidad de conocer otras personas que padecen tu misma enfermedad y ayudarlos a sobrellevarla. Si estas en una fila, tienes personas alrededor con quien compartir y darles un poco de tu positivismo. Si muere el ser que más quieres, tendrás un alma en el cielo que velará por tí. Y por esa alma en el cielo al menos 10 en la Tierra se acercaran a tí para decirte que están contigo y te quieren.  Y si sabes que pronto vas a morir, tienes la oportunidad de acercarte a las personas que amas y dejarles una huella más en su corazón. Así sucesivamente TODAS las cosas pueden tener un lado amable. Todo es cuestión de que te concentres en buscar y en encontrar eso que lo hará diferente.


NADIE, nasie, ni siquiera yo que soy tu madre, puede luchar por algo que tu desees, más que tu misma

No recuerdo de que hablábamos cuando me dijo estas palabras. Sólo recuerdo que me dijo bien claro que para lograr algo “YO” tengo que luchar por ello. Al decirme “ni siquiera yo que soy tu madre” me enseñaba que somos nosotros los únicos responsables y los únicos capaces de luchar por lo que queremos. No nos podemos sentar a esperar que llegue un alma buena a hacer lo que nos corresponde a nosotros. No podemos dejar nuestra vida en las manos de los demás, ya que ellos no la querrán tanto como nosotros. Si tu deseas algo, tu misma lucha por ello, tu misma alcánzalo y tu misma disfrútalo pues será sólo tuyo y entonces nadie te lo podrá arrebatar.



El cuento del marido

Si algun día estas en tu casa fregando y tu marido llega y te dice que recojas los paquetes que se van de fin de semana. No se te ocurra decirle que te espere. No se te ocurra decirle que no vas a ir por que tienes que fregar. Suelta los paños, deja los trastes, recoge tus paquetes y vete con tu marido. Si cuando regreses todo está podrido y lo tienes que botar, lo botas! Una vajilla y unas ollas las puedes conseguir en la tienda. Un marido, no!

En otras palabras, lo que me dijo fue que fomentara la unión con mi pareja. Si no decidimos compartir esas cosas con nuestras parejas, como podemos construir la base de la relación. De la misma forma que los detalles son importantes, el compartir cada día de tu vida con esa persona que escogiste, te provee para poder tener esos detalles. Lo malo siempre se comparte. Preocúpate por compartir lo bueno. Y hoy, mi matrimonio de 20 años, me dice que he seguido su consejo.



Los zapatos de $45.

Este es el cuento de un día de compras. Vimos unos zapatos rojos preciosos que me encantaron y costaban $45. En aquel entonces (1984) $45 por un par de zapatos era muchísimo y recuerdo que me dijo que lo sentía mucho pero no me los podía comprar. Salí un poco triste de la tienda, pero como ella misma me había enseñado, conforme por que no siempre se podía tener todo lo que se deseaba.

Y resulta que al otro día en la escuela, me dieron la gran noticia de que había sido la número 1 en unas pruebas a nivel de todos los estudiantes (college board). En ese momento yo era la más importante de la escuela. Y de la emoción la llamé y se lo dije. Me felicitó, me dijo lo orgullosa que se sentía de mi y de ese gran logro que era mio. Cuando llegué por la tarde a casa, me recibió con un gran abrazo y me dijo, en el cuarto tienes un regalo por haber logrado una meta más en tu vida. Y ya debes saber qué había en mi cama: los zapatos de $45!!! Los mismos que 24 horas antes no me podía comprar. Y le pregunté como hiciste para comprarlos. Y me dijo, ayer tenía dinero para comprarlos, pero no quise hacerlo para que no pensaras con con sólo pedir las cosas se logran. Hoy es diferente. Hoy has logrado subir un escalón más en tu vida. Hoy los recibes como premio por tu logro, por tu superación y por demostrar simplemente que eres mejor que ayer. Ayer sólo te los merecias, hoy te los ganaste.



Tu eres mi hija y eso es lo que importa

Sucedió que estaba pasando por un momento bien difícil en mi vida, algo que podía tener consecuencias. Uno de esos momentos en que sólo una madre te puede entender y consolar. El detalle de la situación no importa, lo que importa son las palabras que me dijo: “tu eres mi hija y yo voy a estar contigo en todo momento”. Estas palabras me las dijo en aquel momento en que más la necesitaba. En aquel preciso momento en que sentía que la había defraudado. Que no había sido la hija y la mujer que ella me había enseñado. En aquel momento en que pensaba que la perdería. Y resulta, que cuando esperaba recibir reproches de su parte, me enseñó otra gran lección. El amor de una madre va por encima de todo en el mundo. Es un amor que no puede ver la falta, sino el valor que pueda haber detrás de ella.  Y cuando tenía todo el derecho del mundo de juzgarme y preguntarme por que había fallado, simplemente me abrazó y me dijo “tú eres mi hija y eso es lo único que importa ahora”. Que manera de demostrarme su AMOR!



Lo que no logres de novia, no lo lograrás de casada

Mi mamá me decía esto cuando me hablaba de una relación hombre-mujer.

Me decía, si quieres que te respete cuando esten casados, pídele que te respete cuando sea tu novio. Si no quieres casarte con un alcohólico, exígele que controle su forma de beber para estar contigo.  Si quieres ser lo más importante para él cuando seas su esposa, empieza por ser lo más importante para él cuando seas su novia. Si quieres que sea cariñoso, sé tu cariñosa.  Si quieres que siempre te diga lo que piensa y lo que siente, dile siempre lo que piensas y lo que sientes aunque no sea de su agrado. Así fomentarás con la práctica y el ejemplo lo que deseas de tu vida. Así lograrás que en lugar de sentir que sólo te está dando lo que tu le estás pidiendo, te esté entregando lo mismo que está recibiendo.


Tu eres grande, verdad? Tu te sabes cuidar

Estas fueron las últimas palabras, una pregunta que me hizo en el hospital mirándome a los ojos. Estaba sentada y tenía que mirar hacia arriba, para poder verme. Puede que en ese momento se  haya dado cuenta de que en realidad había crecido. De que ya  no era la niña que sus ojos querían ver. De que ya era el momento de verme como una mujer, como alguien que puede cuidarse.

Mi contestación fue: “No te preocupes mami. Yo soy grande. Yo me sé cuidar como tú me enseñaste”. Y fue desde este momento que ella comenzó a partir. Fue desde este momento que empezó a despedirse. Contestada esa pregunta por quien fue su razón de vivir, podía entonces dejar este mundo en paz. Unos días mas tarde se fue.

Fue en ese momento que se dió cuenta que sus enzeñanzas habían llegado. Que no había vivido en vano. Que había logrado su propósito: Vivir la vida plenamente, para ella y para su hija. Prolongarse a través de ella. Asegurarse que según ella me las enseñó, yo, su hija también las enseñaría a mis hijos y así ella, "abuelita Iris” sería eterna.

Esta realmente fue nuestra despedida aquí en la Tierra, tres semanas antes de ella morir. Lo cual comprendí muchos, muchos años después. 

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