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Sunday, January 8, 2012

La mamografía, cinco minutos a cambio de una vida, se hace de pie…



Muchas mujeres (incluyéndome) le tememos a la mamografía; más bien, a los resultados. Pensaba en esto hace unos días mientras me hacían la mamografía anual. Después de 14 años en esas, ya no lloro, puedo dormir esas noches entre la placa y el resultado; pero aun me tiemblan las manos cuando voy a leerlos. Los que me conocen saben que fue el cáncer del seno el que me llevo a mami (Iris Cuevas, RIP). Pocos saben que me tomo 10 años tener el valor de ir a hacerme mi primera mamografía.


Mientras me hacían la mamografía, también recordaba aquella noche que empecé a leer un artículo en Selecciones del Reader Digest titulado: “Una suerte distinta”. Se trataba de una mujer cuya madre había muerto de cáncer de seno, la hija había tenido el mismo diagnóstico y gracias a que fue “a tiempo” era una sobreviviente; o sea “la suerte distinta”. Al empezar a leer la historia y darme cuenta de que el tema era el cáncer del seno, empecé a temblar y a llorar y no pude terminar de leerla. Después del temblor y el llanto, me armé de valor (creo) y llorando otra vez fui al médico y pedí el referido. Llorando también me hicieron la primera mamografía, llorando regresé a hacerme más placas cuando me llamaron para decirme que habían visto algo raro; llorando recibí la noticia de una “masita”; llorando fui a los médicos; llorando me operaron y llorando también recibí la gran noticia de que no era cáncer! No fue hasta un año después que tuve el valor de tomar aquel libro de nuevo y terminar aquella lectura.


Después de esa primera vez, he regresado casi año tras año y sigo con “la suerte distinta”. Durante los primeros años el llanto y la ansiedad me acompañaban. Después se fue el llanto y se quedó la ansiedad. Luego desapareció la ansiedad y hoy sólo me tiemblan las manos al abrir los resultados. Hubiese querido, y aun quisiera, que la suerte de mami también hubiese sido distinta. Quizás la de ella fue como fue para que la “distinta” fuera la mía.
Amiga, amigo que me lees: una mamografía sólo toma cinco minutos y a cambio te puede dar “una vida”. A cambio tu hija/hijo te van a tener a su lado, tu amiga/esposa/madre/hija/sobrina estará ahí cuando quieras compartir con ella. No le temas a los resultados. No caigas en ese error. No necesariamente vas a tener “una suerte distinta”. Y nunca olvides: la mamografía sólo toma cinco minutos y se hace de pie.

En agradecimiento a la ciencia por sus adelantos; a Dios por permitirme esa “suerte distinta” y en memoria de mi mami (Iris Cuevas, RIP). Te amo.

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